Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1728
Legislatura: 1902-1903 (Cortes de 1901 a 1903)
Sesión: 19 de noviembre de 1902
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 51, 1300-1302
Tema: Formación de un nuevo Ministerio a cargo del Sr. Sagasta

El Congreso quedó enterado de las siguientes comunicaciones de la Presidencia del Consejo de Ministros:

Participando la formación del Ministerio y rogando al Sr. Presidente se sirva disponer que el Congreso se reúna en sesión en el día de hoy.

Trasladando los Reales decretos por los cuales se admiten las dimisiones que han presentado: del cargo de Presidente del Consejo de Ministros, D. Práxedes Mateo Sagasta, del de Ministro de Estado, el Sr. Duque de Almodóvar del Río; del de Ministro de Gracia y Justicia, D. Juan Montilla y Adán; del de Ministro de la Guerra, el Sr. Marqués de Tenerife; del de Ministro de Marina, el Sr. Duque de Veragua; del de Ministro de Hacienda, D. Tirso Rodrigáñez y Sagasta; del de Ministro de de la Gobernación, D. Segismundo Moret y Prendergast; del de Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, el Sr. Conde de Romanotes; y del de Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras públicas, don Félix Suárez Inclán; y, trasladando los Reales decretos por los cuales se nombra: Presidente del Consejo de Ministros, a D. Práxedes Mateo Sagasta; Ministro de Estado, al Sr. Duque de Almodóvar del Río; Ministro de Gracia y Justicia a D. Joaquín López Puigcerver; Ministro de la Guerra, al Sr. Marqués de Tenerife, Ministro de Marina, al Sr. Duque de Veragua; Ministro de Hacienda, a D. Manuel Eguilior y Llaguno; Ministro de la Gobernación, a D. Segismundo Moret y Prendergast; Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, al Sr. Conde de Romanotes, y Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras públicas, a D. Amós Salvador y Rodrigáñez.

(La entrada de los Sres. Ministros en el salón durante la lectura de las anteriores comunicaciones, produce rumores en los bancos de las minorías y aplausos en los de la mayoría.)

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Señores Diputados, el encono con que algunas oposiciones combatieron al Gobierno anterior, sucesos parlamentarios aquí ocurridos y que conocéis todos, y sobre todo, las dudas de que con una insistencia como no se ha visto nunca, se hacían eco nuestros adversarios, lo mismo en los debates parlamentarios que en la prensa periódica, respecto a si teníamos o no el apoyo de la Corona, obligaron al Gobierno de S. M. a presentar la cuestión de confianza.

Así lo hice, de acuerdo unánime con todos mis compañeros, y S. M. se tomó veinticuatro horas para reflexionar, al cabo de las cuales se dignó encargarme la formación de un nuevo Ministerio. Agradeciendo yo el alto honor que me dispensaba, me atreví a hacer observar a S. M. que, tratándose del primer Gobierno nombrado por S. M., podían seguirse dos caminos: consistía el primero en procurar la formación de un Ministerio de atracción liberal, en el cual pudieran tener cabida todos aquellos elementos que, siguiendo las tendencias liberales, pudieran venir a ayudarnos en la solución de los problemas pendientes con un criterio liberal y democrático; en una palabra, buscando una concentración liberal por la izquierda, así como se había realizado una concentración conservadora por la derecha.

Por este camino se hubiera dado una nueva orientación a la política, se hubiera facilitado la marcha de los asuntos públicos, porque se hubiera llegado a hacer desaparecer los grupos y las fuerzas aisladas, que aislados son muy a propósito, tienen eficacia para la negación, pero no tienen eficacia ninguna para la afirmación. Además, esta nueva orientación significaba bien claramente que el partido liberal quería ensanchar sus horizontes, quería agrandar sus moldes, a tal punto, que cupiesen dentro de él todas las libertades, todos los derechos, todos los principios democráticos, convencidos como [1300] estoy de que la Monarquía no tiene mejor defensa que la libertad, así como la libertad, el derecho y los principios democráticos, no tienen mejor escudo que la Monarquía. (Muy bien, muy bien.)

Yo hice observar a S. M. que para emprender este primer camino yo no era el más a propósito, porque, combatido rudamente por aquellas personas con las cuales había que entenderse, no se avendrían fácilmente a gobernar conmigo, y mucho menos a gobernar bajo mi presidencia; pero S. M. me interrumpió diciendo: Yo le encargo a usted la formación de Ministerio, y usted le hará como crea mejor a los intereses del país.

Obedecí y emprendí mis trabajos en el primer camino. Pronto me convencí de que yo estaba en lo firme, que con mi presencia era imposible toda concentración liberal; pero declaro que saqué la buena impresión de que parte de las fuerzas que habían de entrar en la concentración, más atentas a las ideas que a las personas, no tenían inconveniente en apoyar a todo Gobierno liberal, mientras este Gobierno liberal presentara soluciones liberales y democráticas para los problemas pendientes, y mientras desaparecieran las asperezas que naturalmente producía o ha producido la lucha viva en que hemos estado hasta ahora.

Una de las fuerzas políticas y parlamentarias que habían de entrar ahora en la concentración es la que capitanea el Sr. Romero Robledo, quien acogió con entusiasmo el pensamiento y se dispuso con gran gusto a realizarle; pero, bien fuera por malas inteligencias en las negociaciones, o bien por incidentes y contrariedades en el curso de las mismas (El Sr. Romero Robledo: Pido la palabra), lo cierto es que tampoco esa concentración pudo prosperar.

Terminado mi trabajo de concentración liberal sin éxito, tuve que limitarme al otro procedimiento, al de formar un Ministerio homogéneo del partido liberal, y como yo tenía el propósito de formarle lo más elevado posible, con las personas más conspicuas del partido liberal, con aquellas que fueran más conocidas de los partidos y del país, me encontraba con ciertas dificultades. Causas de enfermedad en algunos de mis amigos, motivos verdaderamente atendibles en otros, hacían difícil, si no imposible, mi tarea tal como yo la había concebido; y en este estado, resigné mis poderes ante S. M., que tuvo la bondad de reiterarme su confianza.

Pero deduciéndose de esto que el partido liberal estaba dividido, que se negaba a su jefe la adhesión con la que hasta ahora se le había favorecido, yo no creí que debía dar paso ninguno sin que este punto se aclarara; y antes de proceder a nada quise reunir a todos mis correligionarios; pero toda vez que esto no era posible dada la perentoriedad del plazo, reuní a los ex-Ministros de mi partido. Pues bien, todos los Sres. Diputados conocen perfectamente el resultado de esta reunión, por lo cual nada tengo que decir de ella, limitándome tan solo a expresar mi profunda gratitud a todos los que a ella concurrieron, por las inequívocas pruebas de cariño, de adhesión y lealtad que en generosa competencia me tributaron, y que me sirvió de compensación a las amarguras que otros actos y otras cosas pudieron producirme.

Con la reiteración de la confianza Regia y con la adhesión incondicional de mis amigos, lo cual hacía que pudiera afirmar que el partido liberal está unido, y como siempre, al lado de su jefe, procedí a continuar mis trabajos para desempeñar del modo mejor posible, ya que no llenara completamente todos mis deseos, la alta misión que el rey me había confiado.

Si yo hubiera podido conseguir la primera combinación, la crisis hubiera sido bastante extensa: pero limitado a formar un Ministerio homogéneo, me propuse dos cosas: primera, reducir todo lo que pudiera la crisis; segunda, llenar las pocas vacantes que resultaran del Ministerio anterior con personas de reconocida competencia en cuestiones de gobierno, con antiguos ex-Ministros, con personas escogidas entre las que se llaman notables en los partidos.

Todos mis compañeros del anterior Gabinete me ofrecían a porfía el modo de facilitarme la misión que se me había encomendado, y me presentaron sus dimisiones para que dispusiera de sus puestos. Pero dadas las dificultades que tenía para formar el nuevo Ministerio, y en la duda de quiénes habían de quedar fuera de él, me pareció lo más natural y lo más conforme con la idea del Ministerio que yo pensaba proponer a S.M., hacer uso de las carteras de los Ministros más modernos (Rumores), siquiera eso me privara de la adhesión y de la lealtad con que cada cual en su Departamento me había secundado y con el sentimiento de separarme en el Gobierno de amigos queridos, entre los cuales hay uno que, no sólo está unido a mí por la amistad, sino por estrechos vínculos de parentesco. (Rumores)

Creí que debía reemplazar a esos Ministros con los Sres. Puigcerver, Eguilior y Salvador, de los cuales nada tengo que decir. Siempre amigos de la mayoría, adversarios siempre de las minorías, y de la mayoría y de las minorías y de todos los Sres. Diputados antiguos conocidos. Y así, en esta forma, y previa la venia de S.M. tengo el honor de presentar al nuevo Ministerio.

Los propósitos que trae al Gobierno este nuevo Ministerio, consisten en mantener en toda su integridad los ofrecimientos consignados en el discurso de la Corona? (Rumores), algunos de los cuales están ya cumplidos, otros están traducidos en proyectos de ley ya presentados, y los demás lo estarán pronto y en el orden de preferencia que determinen las necesidades del país. También tendrá el Gobierno muy presentes, como compromisos contraídos, los que encierra el programa que sirvió de base a la formación del Ministerio de que formó parte mi amigo el Sr. Canalejas. (Rumores.)

Pero para que estos propósitos, Sres. Diputados, no queden reducidos a vanos ofrecimientos y a letra muerta, el Gobierno tiene resuelto no suspender las sesiones de Cortes, fuera de las pequeñas vacaciones de Navidad, mientras estén por resolver problemas tan urgentes y tan importantes como, por ejemplo, el proyecto de ley de huelgas y los consejos de conciliación, el Instituto de trabajo, la reforma de la ley del Jurado, la modificación de la ley Municipal, el plan general de obras públicas terrestres, marítimas y de riegos? (Rumores), la ley de Asociaciones, las instrucción y mejora de las fuerzas de mar y tierra y las leyes especiales de Hacienda, con las cuales se irán modificando los presupuestos, conteniendo los gastos, mejorando los ingresos y normalizando los cambios. (Muy bien.- Aplausos.)

[1301] Mientras estén pendientes todos estos problemas y algunos otros que no cito por no molestar la atención de los Sres. Diputados, el Gobierno está resuelto a no suspender las sesiones, para que así, si la labro legislativa no respondiera a nuestros propósitos, cada cual cargue con la responsabilidad que le corresponda. (Muy bien.- Aplausos.)

Hay un problema del cual se ha hablado mucho, y si yo hiciera caso omiso de él se sacaría de la omisión el partido que se pretende sacar contra lo que conviene a los intereses generales del país. Me refiero a la definición jurídica de las Órdenes religiosas.

Claro está que sobre este punto puedo hablar muy poco por el estado en que se encuentra asunto tan delicado; pero puedo decir, sin embargo, que el Gobierno hace todo lo posible para concluir las negociaciones con Roma en este particular, sin perjuicio de que pueda seguir el estudio de la modificación del Concordato cuando Roma se halle más desocupada y pueda atender con mayor asiduidad a este asunto. Yo entiendo que las negociaciones, en este punto de la definición jurídica de las Órdenes religiosas, terminarán pronto; pero si por acaso se dilataran más de lo regular, sin culpa alguna del Gobierno, el Gobierno procurará adoptar aquella resolución que, guardando los respetos que merece el Padre común de los fieles, deje a salvo la soberanía de la Nación. (Muy bien, muy bien.)

Con esto y con decir que el Gobierno no viene en son de hostilidad contra nadie, pero sí a defenderse de quien injustamente le ataque; con esto y con decir que el Gobierno viene a favorecer todo lo que las leyes consientan, y a contrariar todo lo que la ley condena; con decir que viene resuelto a exigir a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su posición, su categoría y su estado, a exigir a todos los ciudadanos, digo, a todos los partidos y a todas las clases, el acatamiento a las leyes y a todos los funcionarios públicos, cualquiera que sea su categoría, su posición y su altura, el cumplimiento severo de su deber; con decir, en fin, que el Gobierno viene a administrar bien y con rapidez a gobernar con vigor y siempre dentro de las leyes, habrá completado su pensamiento (Muy bien, muy bien) para cuyo mejoramiento y aprobación necesita, no sólo el apoyo de sus amigos, en el cual espera confiadamente, sino que espera el concurso de los adversarios porque dado el sistema en que vivimos, las minorías concurren poderosamente con sus luces, con su oposición, con la discusión, a la gobernación del Estado. (Aprobación.)

Señores Diputados: hasta hace algún tiempo, grandes temores nos asaltaban y nos hacían presentir un porvenir desastrosos; por lo menos nos presentaban el porvenir como una pavorosa incógnita. Afortunadamente esos temores han desaparecido. Nos encontramos ya en un estado definitivo, y a él hemos llegado, contra lo que muchos creían, en paz y con el unánime beneplácito de la Nación. Don Alfonso XIII ocupa ya el trono de sus mayores, con tantas ilusiones en el porvenir de su país, tan ansioso y deseoso de su engrandecimiento y de su prosperidad, que sería un crimen de lesa Patria, seguramente, que malográramos la realización de tan nobilísimos sentimientos, envueltos en nuestras luchas intestinas y devorados por nuestras pasiones políticas. (Muy bien.- Aplausos en la mayoría.)

La ocasión no puede ser, Sres. Diputados, más propicia para ayudar a nuestro joven monarca en la realización de tan halagüeñas esperanzas porque la mayor parte de los problemas que tenemos pendientes no son problemas de partido: son problemas verdaderamente nacionales en cuya solución conveniente están interesados por igual todos los partidos, todas las clases, todos los ciudadanos que quieran para su Patria la paz y la prosperidad. Pues bien, Sres. Diputados, pongamos todos nuestros afanes en buscar la mejor solución para estos problemas tremendos, pero no pongamos todos nuestros afanes en buscar la mejor solución para estos problemas, de los cuales depende la vida de la actual sociedad, aquí y en todas partes. (Muy bien, en los bancos de la mayoría.) Así, y sólo así, es como ayudaremos al Monarca en sus buenas disposiciones para el bien; así, y sólo así, es como, compenetrándose el Monarca con el Parlamento, y el Parlamento y el Monarca con la Nación, podremos librarnos de esta política menuda que nos empequeñece y aniquila. (Muy bien.) Así, y sólo así, podremos aspirar a un porvenir de paz para la Nación, de gloria para el Monarca y de orgullo para todos los españoles. (Aplausos en la mayoría.)

Pues bien, Sres. Diputados, el Gobierno, inspirándose en estos propósitos y ayudado por su mayoría, está dispuesto a cumplir con su deber, que cada cual cumpla también con el suyo. He dicho. (Grandes aplausos en la mayoría.)



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